24 de octubre de 2009

TRAS EL CONGRESO.

He asistido al 8º Congreso de nuestra Federación. Tres días en Madrid, para algunos tres días para reencontrar compañeros, para otros 3 noches de diversión, para otros no saben no contestan y tan solo para algunos, creo que la gran minoría algo que no debería ser.
He asistido a varios Congresos, Sevilla, Valencia, Barcelona, Madrid y otra vez Madrid, pero creo que nunca como ahora he visto al sindicato tan arrodillado antes sus dirigentes.
Ya empezó mal la cosa, los Secretarios Generales de las diferentes CCAA se reunen unas fechas antes para hacer "un curso de formación" donde muy posiblemente se escriba el guión de lo que debía ocurrir.
Llegamos a un Congreso lleno de autocomplacencia. Tan solo surge a relucir la critica por lo que ocurrió en Justicia. Incluso lo tuvo que referir el innombrable en su réplica, curiosa autocrítica cuando manifestó que "lo habían hecho mal" (quizás empezando a decir que lo hicimos mal todos, las cosas hubieran cambiado un poquito).
Después se produjo la votación a la gestión de la ejecutiva (tan solo 2 abstenciones y 1 voto en contra), algunos compañeros parece que querían contentar más a sus compañeros de delegación que denunciar lo ocurrido, parece que no iba con ellos.
Fue rápido, como fueron rápidos los debates de las ponencias, que si una coma por aquí, que si una mayuscula por allá. La realidad es que no hubo ninguna enmienda que fuera llevada al pleno, curioso, ¿no?. Claro que para lo que sirven después los estatutos, para que los interprete dios venido a la tierra y haga lo que le de la gana, pues es normal que a nadie le preocupe.
Se votaron, algunos lo hicimos engañados por "nuestros mayores" cuando dijeron que nada había cambiado respecto de lo que el innombrable dijo que iban a hacer con nuestra estructura, es decir, a quedar como meros floreros. Se votaron y fueron aprobados por la mayoría (yo me abstuve).
La cuestión es que finalmente hemos quedado como meros apéndices de la ejecutiva de turno, es decir autonomía, capacidad de decidir, nada de nada. Hemos vuelto a perder la mayoría de edad.

Finalmente se produjo la elección de la ejecutiva, donde apareció alguna con carrera fulgurante. Fue la única alegría que pude llevarme, del total de los 497 delegados, 11 no votaron, 65 votos en blanco y 3 votos nulos. Es decir que no fue una dulce victoria, pero si una endulzada y previsible derrota.
Firmado el cabecilla de la oposición, así me calificó algún bromista.